jueves, 26 de abril de 2012

La calma

El sol tibio deslizándose por su mejilla, un rayo de luz se estira hasta tocar sus labios carnosos, ella brilla, su rostro brilla como si ahora fuese una prolongación del mismo sol, temo besarla, temo besar su pálida frente y que su pureza me queme. Mas me acerco lentamente, coloco la mano derecha en una de sus mejillas, tocar su piel de terciopelo vale la muerte. Ella me mira con sus ojos negros tan profundos mientras el viento me envuelve con sus largos cabellos. No existe un momento más perfecto que este.