Aprendí a descubrir pistas, leer entre líneas de canciones y diálogos de películas, a buscar señales sutiles,
a sentir el corazón detenerse en el vacío entre cada palabra.
Aprendí a ser feliz con
cualquier cosa estúpida, porque lo más poco de ti significaba todo en mi vida,
y porque sólo eso me dabas, pequeñas cosas imperceptibles, que sólo yo y vos
notábamos, porque así tenía que ser, a escondidas.
Aprendí a no usar
maquillaje y a permitirle a la lluvia empapar mi cabello, a ver la belleza de
lo cotidiano, de mis viajes en autobuses y el paisaje cuando cruzaba la ciudad,
aprendí a ver lo que nadie más veía, y sé que sólo yo podía, porque sólo yo sentía
esto.
Aprendí a esperar
pacientemente y dejar de esperar. Aprendí a sólo dar y dar y dar y dar todo de
mí, y sí, a veces seguía esperándote.
Aprendí que podíamos ver
tantas cintas juntos y compartir tantos momentos sin estar siquiera cerca, y, sabes, siento como si todo lo hubiese vivido de tu mano.
Aprendí a sentirte en el aire tibio, en
el viento que enredaba mi cabello, como tus manos cuando lo sostenían
firmemente, te sentía en el frío que entraba por mi ventana y en la calidez de
mi cama.
Aprendí a verte en las
luces de la ciudad, en los cielos llenos de estrellas, también en los nublados,
en los días en los que el sol aparchonaba de luz el pasto sobre el que me tiraba a pensar en ti, en las gotas de
lluvia brillando como hilos de plata en una tarde gris.
Aprendí a sentir tus
caricias cuando la música me erizaba la piel, a verte en todos los lugares en
todas las personas, siempre esperaba que fuera tu rostro.
Aprendí de memoria todas
las letras que me recordaban algo tuyo, y los diálogos de las películas
también.
Aprendí a verte en mí, a
llevarte por dentro, recorriéndome constantemente por todo el cuerpo.
Pasaron muchas noches que no dormí, porque hablábamos o porque no hablábamos y eso, sabes, me ponía mal, nos compré un sake que no tomaste, hice tantos escritos y este, te conocí un diciembre, mi mes favorito. El viaje en tren
que siempre quise contigo y nunca pasó, los viajes en autobús y las caminatas
bajo la lluvia, la noche bajo un paraguas un 12 de septiembre, el día que
estrené mi vestido salmón. A veces almorzábamos juntos, todas las canciones me hacían pensar en ti. Todas las películas que quise ver contigo y nunca pasó, todas las noches
que esperé en vano fumando fuera de mi ventana y no llegaste. Un día tus ojos se tornaron dos gotas de miel y yo desee que jamás
amaneciera, el resto de los días eran verdes y me recordaban a los altos
cipreses, el aire tenía tu aroma y estaba cargado de escarcha dorada, yo
mentí para conocerte, todos los meses eran diciembre, fuimos por un helado
y la heladería estaba cerrada, pensé en ti aquella noche que se lleno de obscuridad,
te dije "te amo" y me pediste que no lo hiciera más, hice un blog para
ti, me preguntaste si me gustabas y yo no supe que decir, y yo escuchaba
canciones que me hacían pensar en ti, te hice tantos escritos y este,
te regalé una camisa verde para tu cumpleaños, tú me regalaste una canción
que ame desde el primer instante en que la escuché. Todas esa veces acostados en el pasto, todas las veces que la pólvora
cubrió de colores el cielo y pensé que te gustaba, todos los correos que te
mandé y trataba que fueran diariamente.
A veces me acostaba en el asiento trasero del auto para ver las luces pasar,
siempre estabas en mis sueños, me dijiste que soñaste un par de veces conmigo y
mi corazón se detuvo por un instante, no te gustaba el sabor a tabaco y aun así
me besaste, me dijiste que no tenías cosquillas, una vez me acurruque en tu
regazo y cuando te marchabas quise besarte, pero no me atreví, y una
noche me molesté contigo, no recuerdo porqué, y no me despedí para luego
arrepentirme y sentirme como una idiota.
El día que comimos sushi, todas las cosas que siempre quise decirte y callé,
todas las noches que te pedí que habláramos y al final nunca dije nada.
Fuimos a un bar y me presentaste una amiga y un día fuimos a su
apartamento, no te gustaba que usara falda corta, aprendí a usar autobuses
y llegar a lugares que no conocía, una vez me tomaste de la mano y eso me hizo
feliz por toda la semana, me tomé mil fotos para ti y aun faltaban
más, pero dejé de hacerlo, me hice la primer letra de tu nombre en mi costado y
un corazón, te puse un nombre que te iba más que el verdadero, los colores eran
más intensos y descubrí emociones que no creí que existieran, los días
eran grises a veces y te odiaba por que te amaba tanto, yo esperaba en secreto
que un día me amaras.
Y un día decidí olvidarte, y aun así me gustaba escuchar canciones que me
hacían pensar en ti, y dejé de escribir, y la vida tomó un rumbo distinto y
olvidé lo que se sentía estar viva, me olvidé todo lo que me habías enseñado y
lo que se sentía morirme por estar al lado de alguien, y deje de saber como
sentía que el corazón se me detuviese por un instante, aun así seguía
escuchando canciones que me hacían pensar en ti y buscaba revivirte en otras
personas, y no volví a escribir.
Y un día todo volvió, todas las veces que dije "para siempre" fueron
verdad, y todo y a todos les comparaba contigo, y siempre ganabas tú, siempre
fuiste tú, y a veces me visitabas en las noches, yo pasaba huyendo, y otra
noche tus ojos se volvieron miel de nuevo y quise besarte, pero pensé que en realidad no
quería.
Siempre estuviste para mí, siempre sólo tú.
Y empecé a escuchar canciones que me hacían pensar en ti y volví a escribir, te
hice tantos escritos y este.
En el fondo de este obscuro espacio donde descanso, donde los días pasan como un segundo, donde duermo inconsciente de la realidad que corre allá en la luz, me preguntaste, acaso acá en mi escondite de tinieblas yo me entretenía con algo, preguntaste si dibujo, si escribo; no, no lo hago, pero por ti escribiré hoy.
Necesitaba decirlo, aunque fuese lo último que dijera, necesitaba decírtelo a ti, más que simplemente decirlo: ese día todo cambio para mí. Después de años, no se cuantos de vivir, si es que es posible llamar vida a lo que yo tenía, sin sentido alguno, dejando pasar el tiempo en esta cárcel, que aun no sé porqué estoy aquí, (y pienso me gustaría contarte tantas cosas, de todo esto que he vivido y presenciado, de todo lo que he aprendido y sé, de todo lo que siento, tantas cosas que me imagino te sorprenderías, imagino tus hermosos ojos obscuros mirándome con curiosidad, escuchando mis historias; ahora sé que no es posible) después de pensar que esto era todo lo destinado para mí, fui sorprendida yo, con algo que no pude ver antes, por eso talvez me intrigas tanto, porque no entiendo como llegaste a mi vida, como no lo pude presentir, y no entiendo nada de ti, lo sé mentí, no te comprendo y no sé nada de ti eres un misterio que nunca descifraré y eso de alguna forma me entristece.
Ese día descubrí un ser increíble, podría asegurar que perfecto, su aroma, la textura de su piel, la forma en que su cabello caía sobre su espalda y lo hermoso que este era, maravillosamente suave y con olor a campos de lavanda, un ser que me dejó perpleja ante su simple presencia, inmóvil, muda, nerviosa...
No podía dejar de maravillarme de la calidez de su voz, la tranquilidad que me daba su calor, el cosquilleo que me daba su sonrisa. Y su piel, su aterciopelada pálida piel, el sólo contacto con él me enviaba una marea eléctrica por todo mi cuerpo, y te confieso que me asusté, tenía miedo que te acercaras, tenía miedo de que tan débil podría ser ante ti, y asi fue, eso lo pude predecir, cuando tuve cerca tu cálido cuerpo y tus carnosos labios rosa a centímetros de mi rostro me perdí, como nunca en mi vida me había pasado, ni en la mía ni en la de ella, porque sé que ese mágico momento ambas lo sentimos.
No existen palabras para describir lo que sentí en ese beso, la electricidad de tu cuerpo corriendo por el mío, una carga de energía inmensa que me hizo temblar, la suavidad de tus labios, de los que no quisiera separarme jamás, el sabor dulce de tu boca... Siempre quise, y voy a hablar en nombre de ambas, siempre quise hacer algo así, atreverme a algo así, atreverme a robarle un beso a alguien que amara con locura, pero justamente así, con miedo, con nerviosismo, con el terror de no ser correspondida y que no fuese un simple beso, si no entregar mi alma en él.
Acaso puedes ser más perfecto, contigo cumplí un sueño que ya había hasta olvidado, pensé que esas cosas no sucedían para mí, y gracias a tí sucedió y agradezco tanto que haya sido contigo, no podría haber sido mejor. Eres el único ser que logró despertar el más puro amor en mi obscurecido corazón, él único por el que quise seguir el resto de los días afuera en la luz, el único por el que tuve ilusiones que se desvanecieron con el amanecer, el único por el cual logré algo que jamás había logrado sólo por volver a ver tu intensa mirada y volver a probar tus labios.
No ha sido una vida buena la que he vivido, tan siquiera he sentido el pasar del tiempo, hay muchas cosas que no entenderé porqué pasan, pero ese día fue el mejor de mi vida, por ese día todo el resto valió la pena, puedo volver a descansar inconsciente, con una inmensa felicidad.
Gracias por el día de ayer, no era lo que quería, pero fue maravilloso, poder tenerte así, volver a estar contigo. Adiós, una promesa es una promesa ILD
Me preguntaste si me gusta la música...
El cielo estaba manchado de grises, violeta y rojo, rojo sangre. La playa se extendía frente a sus ojos azules, el sol de atardecer caía pesado sobre sus párpados; le nublaba la vista. El mar rugía con furia como reclamando lo que es suyo; le llamaba desde sus entrañas.
Sus huellas húmedas marcando la arena, pronto llegaría la espuma y las borraría, cómo deseaba que lavara así sus recuerdos, que pudiese borrar así el dolor.
Cómo deseaba borrar de sus labios aquellos besos, de su cuerpo las cálidas caricias que ahora desgarraban su piel por dentro. Si pudiese lavar aquella fragancia impregnada de todas las veces que le rodeó con los brazos, esas veces que sentía que quería atraparlo y nunca dejarlo ir.
Si pudiese borrar de su mente todas las promesas que aun esperaba que se cumpliesen, que le ataban a la vida.
Si tan sólo pudiese escapar de todo, correr hacia lo profundo del mar y acabar con todo, romper las promesas, ahogar los días en que quiso pasar toda su vida a su lado, ahogar todas las noches que pensó que el resto de sus noches serían así de cálidas, lavar el vestigio de vida que aun manchaba su cuerpo.
Se dejó caer sobre sus rodillas en la arena y soltó en llanto, sus lágrimas diluían su delineador negro, no tenía el coraje, nunca lo tendría, aun seguía esperando un milagro.
Una fresca lluvia comenzó a caer del cielo ya obscurecido, ella elevó la mirada y soltó un suspiro.
El sol tibio deslizándose por su mejilla, un rayo de luz se estira hasta tocar sus labios carnosos, ella brilla, su rostro brilla como si ahora fuese una prolongación del mismo sol, temo besarla, temo besar su pálida frente y que su pureza me queme. Mas me acerco lentamente, coloco la mano derecha en una de sus mejillas, tocar su piel de terciopelo vale la muerte. Ella me mira con sus ojos negros tan profundos mientras el viento me envuelve con sus largos cabellos. No existe un momento más perfecto que este.